Papiroflexia
- Emilio Quiroz

- 13 dic 2023
- 2 Min. de lectura
Actualizado: hace 2 días
Ana navega en su barco de papel, en un mar muy diferente al que están acostumbrados los marineros. Un océano de manualidades.
El agua es de cartón. Las nubes son de tela. Las olas recortadas con tijera rozan los pliegues de la popa. Su viaje es suave y ligero. Gaviotas de plástico sobrevuelan el camino. Algunas islas crepé se observan a lo lejos, con palmeras arrugadas y arena maltratada.
Durante el día, Ana juega. Pretende ser una pirata de madera. Dobla las velas a los lados. Fabrica un ancla improvisada. Confecciona un parche y un sombrero. No tiene mapa sino planos de diseño. Y busca entre las islas un tesoro.

De noche, ella sueña. Imagina otros barcos: unos de cristal, otros de acetato. Crea monumentos marinos. Inventa criaturas subterráneas. Pinta el cielo con acrílico. Le pone luz a las estrellas de algodón.
Ana viaja. Sus dedos conocen toda textura y sus ojos han visto cualquier color. La porcelana de los faros, el rojo de sus rayas; el barro de los peces, el café de sus escamas; la arcilla del sol, el amarillo de sus surcos.
Ha explorado archipiélagos aterciopelados, penínsulas peliagudas, golfos granulados. Ha visitado grutas entintadas, puertos remendados y fortalezas hiladas.
Una vez se topó con un ártico. Icebergs PVC, pingüinos fomi, osos polares reciclados; todo pegado con resistol. El cartón se volvió pegamento y tuvo que remar por cavernas transparentes. Estalactitas y cubos de hielo. Quedó empapada de blanco.
Ana se enfrenta a tormentas forradas y a sirenas de metal. Se viste de marinera, construye brújulas, aprende a domar la marea. Con emoción recuerda sus creaciones y sonríe cada vez que se topa con el horizonte.
Y cuando termina de navegar, comienza a correr. Y cuando termina de correr, empieza a volar. Ana nunca deja de viajar, pues no hay travesía más grande que la de la creatividad.
Cuento
Emilio Quiroz, Alumno de Licienciatura en Literatura y Creación Literaria




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